Prof. Gabel Daniel Sotil García
Complementándose
en sus aportes, los científicos sociales y los productores literarios vienen
propiciando que la educación de nuestra región cuente con material formativo
para su necesaria diversificación a partir de las características propias que
le dan su particularidad dentro del contexto nacional.
Los
primeros vienen comunicándonos sus hallazgos en el marco de este inmenso
jeroglífico cultural que es nuestra amazonía, aún no descifrado por el resto
del país, desentrañando las características intrínsecas de las diversas
culturas, en especial las relaciones con la naturaleza y el bosque en particular;
aspecto que la cultura dominante, la mestiza, viene minusvalorando hasta
límites de destrucción.
Los
segundos, transformando dichos aportes en mensajes literarios que deben ser
incorporados al proceso formativo de las nuevas generaciones para propiciar el
conocimiento, el entendimiento, el amor y la defensa de nuestra heredad
material y espiritual.
En
consecuencia, cada vez es mayor el número de escritores amazónicos que expresan
el riquísimo aporte del mundo espiritual regional en sus ensayos, poesías,
cuentos y novelas, a partir de los descubrimientos psicoculturales, así como
también, por las propias experiencias vividas.
Es
este el caso de Moisés Melanio Inga Mendoza, profesor yurimagûino que acaba de
hacernos entrega de una hermosa obra narrativa y de expresiones del mundo cultural
que comparten indígenas y mestizos del
área altoamazonense y del Datem del Marañón, de predominante presencia de
pueblos que aún conservan su riqueza cultural ancestral, a pesar de las
constantes amenazas jurídicas, administrativas, comunicacionales,
educacionales, etc.
Con
el título “LUPUNA NEGRA, relatos del
urcututu”(*) e integrada por doce
narraciones, esta obra nos conduce
directamente al centro mismo de las relaciones peculiares del bosquesino
amazónico con su entorno forestal.
Dice
el prologuista, Prof. Armando Ayarza Uyaco, “Lupuna
Negra (Relatos del Urcututu)…es una obra
que contiene un conjunto de narraciones que describen con lenguaje sencillo,
una parte del mundo maravilloso, enigmático y mítico del poblador amazónico.
Narra experiencias que guardan relación con la creencia y vivencia cultural de
personas nacidas y crecidas en tierras fecundas del bajial y las restingas, que
abrigados sólo por el calor del tambo y
la luz de una alcuza, conducen sus vidas al compás de la brisa del río y la
alegría del bosque”.
Es
por esta razón que, al recorrer con deleite sus páginas, nos encontramos con
fenómenos que expresan las peculiares interacciones que se establecen entre el
hombre y los elementos de su entorno. Es entonces cuando nos topamos con ese
árbol con poderes maravillosos que es la lupuna y su capacidad para mandar sus
mensajes a través de los sueños de quienes la ofenden; el amana o diablo
protector del monte según la cultura Shawi; las exigencias de la catahua de un
ritual propiciatorio; las veleidades del yacuruna enamorado; el espíritu de la
ayahuasca, encarnado en una gigantesca boa negra, que defiende las prácticas
culturales tradicionales, induciendo en las personas el rechazo a las prácticas
de modernidad destructiva; la madre del ojé que provee de sabiduría y poderes especiales;
la venganza de la boa negra; la lucha del hombre contra el sacharuna y sus
exigencias de respeto a sus propiedades, etc.
Es
decir, tenemos en este libro de cuentos, toda una trocha de acceso a la riqueza
espiritual de nuestros pueblos indígenas, cuyos mecanismos relacionales con el
bosque son de difícil entendimiento para quienes miren con indiferencia o
prejuicios a ese universo de seres y fuerzas extrañas, ininteligibles cuando se
las mira desde la otra orilla cultural.
Urge,
pues, que las autoridades político-educacionales adopten decisiones para
promover el conocimiento, el entendimiento y la defensa de este patrimonio que
estamos perdiendo aun antes de conocerlo y entender su valor intrínseco.
Bien
merece su autor nuestro reconocimiento, que debe expresarse en la difusión de
esta obra en las instituciones educativas, no sólo en nuestra región sino de
todo nuestro país, pues si hay una región más desconocida en nuestra patria,
esa es la selva. Tal vez eso explique las agresiones de la que es objeto.
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