Gabel Daniel Sotil García
Niños Shawi, esperando aprender a mirar al mundo desde la interioridad de su propia cultura. |
En
concordancia con nuevos enfoques y necesidades actuales, para plantear una
nueva educación en nuestra región tenemos que conjugar dos criterios
fundamentales:
· la
contribución a la propia construcción de
nuestros pueblos, para conservar sus características
esenciales (sin las cuales dejarían de ser tales) y
·
su inserción en el universo de
interrelaciones entre pueblos, que hoy plantea el desarrollo de las innovaciones
científico-tecnológicas generado y condicionado por el proceso de Globalización,
con el cual respondemos, como especie, a las necesidades de interdependencia y
comunicación, que hoy es necesario tener en cuenta para la
conformación de un nuevo orden mundial, en el que cada pueblo o país sea
considerado como protagonista de su propia historia y no la víctima de los
intereses de los países que, por haber alcanzado una mayor eficacia en sus
mecanismos e instrumentos para dominar a
otros pueblos, sea en forma abierta o encubierta, se arrogan el derecho a imponerse sobre los
demás.
Por
lo tanto, una educación percibida como contribuyente a dicho nuevo Orden
Mundial, debe plantearse como instrumento al pleno servicio de los
intereses sociales de elevación de la calidad de vida del pueblo en el que
se realiza, desde su propia perspectiva histórica, para que sus miembros logren
un estatus humano con equidad, respeto, valoración; transformándose, dicha
educación, en un mecanismo de estimulación para el desarrollo cualitativo de
cada persona, en función a su actuación social trascendente en el conjunto
humano.
En el caso de nuestra región,
consideramos que una condición fundamental para que la educación logre los
niveles de calidad deseables es que responda a las características y
necesidades del entorno ecológico y sociocultural que nos es propio.
Por lo tanto, es necesario que
dirijamos nuestros esfuerzos a la búsqueda de mecanismos que posibiliten la
inserción de la educación, tanto en su dinámica como en su orientación, en
la intimidad más profunda de las comunidades de nuestra región, poseedoras
de características ambientales, socioculturales e históricas sui géneris, que
les dan una absoluta peculiaridad dentro de nuestro país y que, por lo tanto, deben
merecer respuestas educacionales adecuadas, coherentes y diferenciales. Es
decir, pertinentes, para que sea el instrumento mediante el cual se construyan
y reconstruyan indefinidamente nuestras diversas culturas sin perder su
identidad, a partir de lo cual contribuyamos con la riqueza espiritual de
nuestra especie.
En espera de una educación que los forme orgullosos de su cultura pero conscientes de sus deberes con la humanidad. |
Si hacemos que la educación de nuestra región fortalezca
a nuestros pueblos en lo que les es propio y diferencial, estaremos
fortaleciendo y concretando la vocación natural ya evidenciada por la humanidad
a ser diversa, múltiple, heterogénea; vocación asumida como criterio rector por
la UNESCO, la misma que ha promulgado la Declaración
Universal sobre la Diversidad Cultural
(París, 2 de noviembre del 2001).
En dicho documento
se declara:
“Afirmando que el
respeto de la diversidad de las culturas, la tolerancia, el diálogo y la
cooperación, en un clima de confianza y de entendimiento mutuos, son uno de los
mejores garantes de la paz y la seguridad internacionales,
Aspirando a una
mayor solidaridad fundada en el reconocimiento de la diversidad cultural, en la
conciencia de la unidad del género humano y en el desarrollo de los
intercambios interculturales,
Considerando que
el proceso de mundialización, facilitado por la rápida evolución de las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación, pese a constituir un reto para
la diversidad cultural crea las condiciones de un diálogo renovado entre las
culturas y las civilizaciones,”
Palabras que expresan un nuevo enfoque del rol de la
educación en los tiempos actuales, al son de las innovaciones científicas y
tecnológicas, que tienen un correlato coherente en el avance de las
humanidades.
Enfoque que es necesario materializar con decisiones y
acciones dirigidas a superar la actual educación destructora de nuestras
riquezas materiales y espirituales de nuestra región.
La educación debe fortalecer nuestro reconocimiento cultural para contribuir con el enriquecimiento de la cultura universal. |
Para ello se requiere de la formulación de un currículo
que tanto ponga énfasis en la formación de cada educando al servicio de sus
comunidades como en el desarrollo de las mismas, promoviendo, así, lo que se
denomina un desarrollo endógeno y humanista, a partir de la movilización de las
propias capacidades de los vivientes de cada pueblo. Con ello lograremos que
nuestra región se incorpore en relaciones armónicas a la comunidad internacional en el marco de
la globalización en actual proceso.
Contribuiríamos, así, a mejorar el proceso de humanización en que está empeñada nuestra
especie
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