Gabel D. Sotil García
El FESTIVAL DEL BOSQUE es una actividad que comenzó a celebrarse en el Instituto Superior Pedagógico “LORETO”, desde 1989.
En la actualidad, ya tiene reconocimiento oficial, otorgado por la Dirección Regional de Educación de Loreto–DREL-, mediante Resolución Directoral No.02642-2000-CTAR-DREL-D, del 22-06-2000, y que establece que la tercera semana de setiembre de cada año se celebre la SEMANA DEL FESTIVAL DEL BOSQUE, incorporándola al calendario cívico escolar regional.
Este FESTIVAL es una festividad surgida en el marco del profundo cuestionamiento a la actual educación amazónica, originado ante la constatación de que en el seno de las escuelas de nuestra región la acción educativa se realizaba en una atmósfera axiológica incompatible con nuestras características ambientales, atmósfera con la que se expresaba la ignorancia del bosque en sus diversas manifestaciones, el desprecio por nuestra flora y fauna, la indiferencia ante los problemas ambientales, la vigencia de actitudes propiciatorias del extractivismo mercantilista, etc.
Es, por lo tanto, una propuesta contributiva a la búsqueda de soluciones a los graves problemas educacionales existentes hoy, originados en la incoherencia entre la praxis y la orientación de la labor educativa con las demandas del contexto regional.
Para hacer de la educación un instrumento al servicio de los intereses más trascendentes de nuestra región.
Mientras las decisiones sobre la actividad educacional de nuestra amazonía se tomen fuera de ella y por personas que no la conocen, vamos a seguir realizándola en el marco de los paradigmas tradicionales que nos han llevado a actuar imitativamente y cumpliendo disposiciones incoherentes con nuestra realidad, tal y como lo podemos constatar por la persistencia y agravamiento de los problemas sociales, culturales, ecológicos, psicológicos, etc. que hoy nos afectan.
Por lo tanto, este Festival del Bosque tiene la trascendencia de iniciar el camino hacia el encuentro de nuestras propias soluciones, gestado por quienes conocemos y vivimos en esta región. Aprendemos, de esta manera, a reivindicar nuestro derecho a decidir nuestro destino sociocultural, creando nuestra propia ruta histórica.
Implícito en la celebración de este Festival está el efecto reforzador de la autoestima de nuestros educandos, por cuanto ellos son actores y testigos de la revaloración de su propio universo existencial. Tanto los componentes culturales como los ecológicos de dicho universo se hacen presentes de una y variadas formas en el marco circunstancial de este Festival. El educando siente y vive el reconocimiento de la potencialidad formativa de los elementos de su entorno cotidiano y aprende a mirarlos y valorarlos de una distinta manera. Siente que lo suyo vale, en otras palabras. Así, los elementos de la flora, la fauna, de su geografía se transforman en contenido educativo. Pasan de la exterioridad física distante a su interioridad psicológica más íntima, adquiriendo así una nueva dimensión significativa. Transformación que, indudablemente, tiene grandes efectos en el reforzamiento de su identidad cultural.
Por otro lado, este Festival se transforma en un instrumento de encuentro con nuestro imaginario ancestral. Los mensajes del bosque están instalados en lo más profundo de nuestra estructura psíquica, por cuanto somos herederos de una milenaria experiencia de convivencia en su seno en la más profunda armonía.
Todo cuanto nos rodea física y simbólicamente nos refiere al bosque. Pueblos y culturas de esta región somos hijos del bosque. Somos sus productos más elaborados. Si bien es verdad que en los últimos quinientos años ha habido un intento de la clase y cultura dominantes de destruir este cordón umbilical y este imaginario usando, entre otros instrumentos, a la educación, sin embargo, la larguísima convivencia y la presencia imponente del bosque han impedido esa ruptura.
Es por ello que a ningún niño de nuestra región le va a ser indiferente este Festival, pues la resonancia psicológica que produce en su intimidad es conmocionante de su ser. Por esta razón es que podemos decir que este festival no es sino el reencuentro con nuestro ser cultural de raigambre forestal.
Pero, también es importante dirigir nuestra mirada al aspecto axiológico implícito en la celebración de este Festival, aspecto que, evidentemente, tiene que ver con una nueva forma de plantear las relaciones con nuestro ambiente. Las vivencias que tienen los educandos en este marco circunstancial los llevan a establecer una nueva relación con los elementos del bosque y con el bosque mismo. Es una relación que no puede ser sino de armonía, de afecto, de cariño a su entorno. El árbol, la flor, las mariposas, el aguaje, la cocha, el río, el añuje, el majás, etc. dejan de ser meros objetos de conocimiento y se transforman en objetos de amor, de cuidado, de preocupación, de defensa individual y organizada. Se instalan, de esta manera, en cada niño no sólo el conocimiento del objeto ambiental sino el compromiso de su defensa a partir de este sentimiento de afecto. Se supera, entonces, la distancia niño-ambiente y se recupera la relación armónica y respetuosa entre ambos.
Esto, por cierto, nos lleva a percibir al Festival del Bosque como algo más que una mera actividad que debe incluirse en el calendario cívico escolar. Debe ser visualizado como una de las actividades con mayor potencial formativo, a condición de ir enriqueciéndolo progresivamente, para nuestros educandos, pues se inscribe en el marco doctrinal de la EDUCACIÓN AMBIENTAL planteada como instrumento para superar nuestro actual subdesarrollo regional. Tratemos, pues, de darle cada año un mayor significado celebratorio con la participación de todos los que integran las respectivas comunidades de nuestros centros educativos.
El FESTIVAL DEL BOSQUE es una actividad que comenzó a celebrarse en el Instituto Superior Pedagógico “LORETO”, desde 1989.
En la actualidad, ya tiene reconocimiento oficial, otorgado por la Dirección Regional de Educación de Loreto–DREL-, mediante Resolución Directoral No.02642-2000-CTAR-DREL-D, del 22-06-2000, y que establece que la tercera semana de setiembre de cada año se celebre la SEMANA DEL FESTIVAL DEL BOSQUE, incorporándola al calendario cívico escolar regional.
Este FESTIVAL es una festividad surgida en el marco del profundo cuestionamiento a la actual educación amazónica, originado ante la constatación de que en el seno de las escuelas de nuestra región la acción educativa se realizaba en una atmósfera axiológica incompatible con nuestras características ambientales, atmósfera con la que se expresaba la ignorancia del bosque en sus diversas manifestaciones, el desprecio por nuestra flora y fauna, la indiferencia ante los problemas ambientales, la vigencia de actitudes propiciatorias del extractivismo mercantilista, etc.
Es, por lo tanto, una propuesta contributiva a la búsqueda de soluciones a los graves problemas educacionales existentes hoy, originados en la incoherencia entre la praxis y la orientación de la labor educativa con las demandas del contexto regional.
Para hacer de la educación un instrumento al servicio de los intereses más trascendentes de nuestra región.
Mientras las decisiones sobre la actividad educacional de nuestra amazonía se tomen fuera de ella y por personas que no la conocen, vamos a seguir realizándola en el marco de los paradigmas tradicionales que nos han llevado a actuar imitativamente y cumpliendo disposiciones incoherentes con nuestra realidad, tal y como lo podemos constatar por la persistencia y agravamiento de los problemas sociales, culturales, ecológicos, psicológicos, etc. que hoy nos afectan.
Por lo tanto, este Festival del Bosque tiene la trascendencia de iniciar el camino hacia el encuentro de nuestras propias soluciones, gestado por quienes conocemos y vivimos en esta región. Aprendemos, de esta manera, a reivindicar nuestro derecho a decidir nuestro destino sociocultural, creando nuestra propia ruta histórica.
Implícito en la celebración de este Festival está el efecto reforzador de la autoestima de nuestros educandos, por cuanto ellos son actores y testigos de la revaloración de su propio universo existencial. Tanto los componentes culturales como los ecológicos de dicho universo se hacen presentes de una y variadas formas en el marco circunstancial de este Festival. El educando siente y vive el reconocimiento de la potencialidad formativa de los elementos de su entorno cotidiano y aprende a mirarlos y valorarlos de una distinta manera. Siente que lo suyo vale, en otras palabras. Así, los elementos de la flora, la fauna, de su geografía se transforman en contenido educativo. Pasan de la exterioridad física distante a su interioridad psicológica más íntima, adquiriendo así una nueva dimensión significativa. Transformación que, indudablemente, tiene grandes efectos en el reforzamiento de su identidad cultural.
Por otro lado, este Festival se transforma en un instrumento de encuentro con nuestro imaginario ancestral. Los mensajes del bosque están instalados en lo más profundo de nuestra estructura psíquica, por cuanto somos herederos de una milenaria experiencia de convivencia en su seno en la más profunda armonía.
Todo cuanto nos rodea física y simbólicamente nos refiere al bosque. Pueblos y culturas de esta región somos hijos del bosque. Somos sus productos más elaborados. Si bien es verdad que en los últimos quinientos años ha habido un intento de la clase y cultura dominantes de destruir este cordón umbilical y este imaginario usando, entre otros instrumentos, a la educación, sin embargo, la larguísima convivencia y la presencia imponente del bosque han impedido esa ruptura.
Es por ello que a ningún niño de nuestra región le va a ser indiferente este Festival, pues la resonancia psicológica que produce en su intimidad es conmocionante de su ser. Por esta razón es que podemos decir que este festival no es sino el reencuentro con nuestro ser cultural de raigambre forestal.
Pero, también es importante dirigir nuestra mirada al aspecto axiológico implícito en la celebración de este Festival, aspecto que, evidentemente, tiene que ver con una nueva forma de plantear las relaciones con nuestro ambiente. Las vivencias que tienen los educandos en este marco circunstancial los llevan a establecer una nueva relación con los elementos del bosque y con el bosque mismo. Es una relación que no puede ser sino de armonía, de afecto, de cariño a su entorno. El árbol, la flor, las mariposas, el aguaje, la cocha, el río, el añuje, el majás, etc. dejan de ser meros objetos de conocimiento y se transforman en objetos de amor, de cuidado, de preocupación, de defensa individual y organizada. Se instalan, de esta manera, en cada niño no sólo el conocimiento del objeto ambiental sino el compromiso de su defensa a partir de este sentimiento de afecto. Se supera, entonces, la distancia niño-ambiente y se recupera la relación armónica y respetuosa entre ambos.
Esto, por cierto, nos lleva a percibir al Festival del Bosque como algo más que una mera actividad que debe incluirse en el calendario cívico escolar. Debe ser visualizado como una de las actividades con mayor potencial formativo, a condición de ir enriqueciéndolo progresivamente, para nuestros educandos, pues se inscribe en el marco doctrinal de la EDUCACIÓN AMBIENTAL planteada como instrumento para superar nuestro actual subdesarrollo regional. Tratemos, pues, de darle cada año un mayor significado celebratorio con la participación de todos los que integran las respectivas comunidades de nuestros centros educativos.
1 comentario:
Gracias profesor Gavel por ser el gestor de la semana del bosque; es por eso cada año en este mes me acuerdo de los grandes eventos que se realizaba en las instituciones educativas.
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