Y después de la marcha, ¿qué?
Gabel Daniel Sotil García
Con evidencia de compromiso masivo, la población de Iquitos expresó su toma de posición respecto a los ultrajes, de diversos matices, de los que es objeto la mujer, en su versión niña, adolescente, joven, adulta, en nuestra sociedad nacional y regional.
Contundente la manifestación, pero, creo que no basta ello. Expresar nuestra protesta ante lo que se hace, debe ser complementado con acciones preventivas de carácter social, cultural, educativo, judicial, etc.
En este sentido, considero necesario decir que debemos exigir, todos, no solo las mujeres, que ataquemos profundamente los núcleos de donde provienen los factores que coadyuvan a esta situación: el hogar, los medios de comunicación social, las instituciones educativas, el poder judicial, la acción policial, la dinámica misma de la sociedad, etc.
De todos estos escenarios surgen los diversos factores que desembocan en esta dura situación, que debemos cambiar. Es en su intimidad en donde van tomando cuerpo los factores que desembocan en la conformación de esta situación que, a su vez, es parte de toda la estructura racista, segregacionista, en la que nos desenvolvemos como país.
No debemos olvidar que este fenómeno es una resultante, que tiene múltiples expresiones. Mientras no modifiquemos los factores causantes, no habremos avanzado lo necesario.
No
dejemos que esta manifestación tenga solo carácter catártico, de desfogue
social, sino la expresión de la
necesidad de un verdadero cambio en nuestro comportamiento social.
Si es que
pretendemos trascender los límites espaciales y temporales de la manifestación
del sábado 13, debemos plantearnos el darle perdurabilidad a una organización directriz mínima para mantener
la efervescencia demostrada aplicada al diseño de una plataforma de propuestas
ciudadanas para ir superando, progresivamente y en sus diversos componentes,
esta situación, que motivó el evento.
Se ha
evidenciado que hay todo un sustrato psicológico de progresiva toma de
conciencia de que el maltrato a la mujer no puede ser ignorado o minimizado, a
tal punto de dejarlo con su actual estatus.
Todo lo
contrario. Tanto emotiva como racionalmente tiene que ser un componente de las
reivindicaciones sociales por las que se
viene luchando en nuestra región.
Por lo
tanto, se hace indispensable que le demos posicionamiento en nuestros reclamos
sociales, involucrando a aquellas instituciones de donde provienen los factores
conformantes de dicha situación.
En primer
lugar, el hogar en cuyo seno se incuban las relaciones básicas entre hijos,
hijas, padres, familiares en un panorama de jerarquías que van moldeando las
actitudes y el trato inter género, que se expresará en la dinámica social, en
sus diversos matices. Allí tenemos que actuar para cambiar esos patrones de
comportamiento.
Las
instituciones educativas, centros de confluencia ineludibles en los actuales
momentos, en donde se amalgaman los diversos roles y actitudes provenientes de
los hogares. Allí, en su intimidad cotidiana se van consolidando y generando
actitudes en la interrelación entre estudiantes, tanto por lo que se hace como
por lo que no se hace. Desde las fuentes curriculares proveen de insumos cognoscitivos,
actitudinales y percepciones, que van consolidándose con el paso de los años para determinar las
formas de relaciones entre niñas y niños, mujeres y hombres, que encontrará un
correlato en los medios de comunicación social, de efectos sumamente
contundentes en la actuación social.
Los
medios de comunicación social (radio, televisión, internet, diarios, revistas,
etc.) en los actuales momentos han devenido en un instrumento poderoso en la
inducción de valores, actitudes, percepción de la vida, ubicación en la
dinámica sociocultural, etc. De
poderosos efectos en la manipulación de los comportamientos sociales, estos
medios tienen que ser objeto de reflexión y análisis en cuanto a los mensajes
que vienen difundiendo dentro de la sociedad, pues en los programas y
propaganda comercial, difunden jerarquías inter género, de muy diversas
maneras, destruyendo, por motivaciones mercantilistas, toda posibilidad de una
relación armoniosa, respetuosa entre hombres y mujeres. Vistos como medios de
la libertad de expresión, vienen siendo instrumentos para desmoronar todo
intento de generar una vida respetuosa entre nosotros. Por lo tanto, tienen que
ser reorientados.
Las
diversas confesiones religiosas también tienen gérmenes doctrinales que inducen
y desarrollan relaciones no igualitarias entre las personas, y que harían bien
en revisar para contribuir con la vigencia de una atmósfera de mayor respeto
intergénero.
Por su
parte la actividad judicial, viene evidenciando criterios de aplicación de la
justicia, plagados de prejuicios pertenecientes a otras épocas de nuestra
historia, de jerarquización colonial de nuestras relaciones, que son absolutamente ineficaces para
promover relaciones democráticas, igualitarias, de armonía inter género.
Y, por otra
parte, la actividad policial sigue siendo prisionera de antiguos paradigmas
machistas, que aún no les permite ver o darse cuenta de las nuevas concepciones
que circulan en nuestro país.
En fin,
se ha logrado bastante con la marcha de protesta, pero debemos reconocer que
ella en sí misma incuba incalculables potencialidades de propuestas que debemos
aprovechar para generar un nuevo panorama en las relaciones que debemos
desarrollar los seres humanos para acercarnos, cada vez más, a un ideal de armonía,
respeto, fraternidad para sentirnos plenamente identificados con los ideales de
la humanidad.
Lo peor
que podemos hacer es conformarnos con la marcha.
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