ROL
DE LA UNAP EN LA CONSERVACIÓN DEL BOSQUE HÚMEDO TROPICAL DESDE LA PERSPECTIVA
EDUCACIONAL
Gabel
Daniel Sotil García
Es indudable que uno de los
retos que ya nos está planteando la llegada del tercer milenio es el
relacionado con la cuestión ambiental, herencia de los tiempos pretéritos.
Entre otras, la Universidad
debe dar respuestas institucionalmente
inteligentes para afrontar este desafío en lo que respecta a su ámbito
jurisdiccional.
En el caso de nuestra
Universidad, la conservación del bosque
húmedo tropical deberá constituirse en un núcleo temático recurrente y
globalizador de sus acciones a partir de un plan de desarrollo social que,
elaborado en su interioridad, deberá imbricarse con programas de acción de
defensa ecológica de carácter regional.
El enfrentamiento de esta
cuestión deberá hacerse desde dos perspectivas, claramente definidas: la
científica y la de los Pueblos Indígenas amazónicos.
Desde la perspectiva
científica, recurriendo a los aportes de la ciencia y la tecnología modernas,
selectivamente aplicados.
Desde la perspectiva de los
Pueblos Indígenas amazónicos, recurriendo
al conocimiento de su milenaria experiencia de trato armónico con su
entorno ecológico.
Requerimos, entonces, tomar
plena conciencia de que las culturas
indígenas amazónicas constituyen el aporte más claro y evidente de que nuestro
bosque húmedo tropical requiere una relación muy específica, que tiene que ser
conocida y reactivada por quienes, desde la cultura mestiza, de raigambre euro-occidental,
venimos demostrando el desconocimiento de sus leyes poniendo en práctica
comportamientos individuales, sociales e institucionales negativos para su
conservación.
El recurrir a la sabiduría
ancestral de nuestros pueblos originarios, reivindicados hoy en día por haber sabido establecer una relación que haríamos muy bien
en calificar de la más auténtica sustentabilidad, obliga a nuestra universidad
a revitalizar la estructura de valores dentro de la cual fue posible este tipo
de relación con el medio ambiente.
Será, entonces, una misión de
la mayor necesidad promover el más profundo conocimiento de esa atmósfera
axiológica y asumirla como praxis institucional.
Pero, si bien consideramos
necesario el conocer y asumir el universo valorativo de raigambre regional,
será, entonces, necesario que nuestra Universidad ponga en vigencia, en el
proceso formativo de sus estudiantes, el principio de interculturalidad
educacional que permitirá el cultivo del más profundo conocimiento y
respeto por todas las manifestaciones culturales de nuestra región, así como la
formación de una personalidad con fuerte
identidad cultural que posibilite el afronte de la modernidad desde la
perspectiva de nuestra ancestralidad, para generar un desarrollo que nazca de
nuestras raíces culturales y posibilidades ecológicas, para dar respuestas
coherentes con nuestras
características históricas y necesidades
psicosociales propias.
En este sentido, nuestra
Universidad debe proponerse que la formación de nuestros estudiantes evidencie
una definida direccionalidad
intercultural en el marco del fortalecimiento de nuestra identidad cultural
regional, como instrumentos actitudinales básicos e indispensables para
afrontar los retos de un milenio en el que el lema "Unidad en la
diversidad” deberá ser la norma de convivencia pacífica entre los hombres y
entre las culturas.
La cultura de paz, que necesitamos en nuestro país y en el mundo
entero, no podrá ser forjada desde la intolerancia, el dogmatismo y el
etnocentrismo practicados en nuestras aulas universitarias.
Este planteamiento doctrinal,
con implicancias ideológicas profundas, que podría poner en práctica nuestra
universidad, no sería sino la respuesta coherente que daríamos a las urgencias
de nuestro entorno espacio-temporal, objeto de infinidad de agresiones en las
actuales circunstancias.
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