Escrita por un colega docente con el dolor ante la muerte de su madre y las agresiones de las que es objeto su pueblo étnico (kukama-kukamiria). Para compartir su dolor.
Prof. Gabel Sotil
Lloran
las madres del Río por los hijos de las profundidades…
Una mañana de
setiembre del 2003 encontré a Doña Irene de pie, inclinado el cuerpo hacia el
río. Lloraba sin lágrimas. Era el cuarto día que esperaba a su hijo atropellado
por las lanchas de las petroleras en el Marañón cuando regresaba de la pesca.
Han pasado diez años desde aquella fecha. Doña Irene quebraba el espinazo esperando a su hijo,
pescador en el puerto de Nauta. De mi mente no se ha borrado su imagen, sus
ojos secos sin más lágrimas para llorar. Una “barcaza” de las petroleras que
operan en el Marañón le quitaba a su hijo para siempre. Sus gritos desesperados
de justicia y sus llantos, sus tantas noches sin dormir, sus sueños y
pesadillas, no fueron para nada importantes; nadie la escuchó excepto su
anciano marido de 94 años, también víctima y sobreviviente de la esclavitud y
explotación de la época del caucho.
Diez años han pasado, nadie más ha tocado
el tema. Hoy la encuentro postrada en una cama agonizando con cáncer a la piel.
Me hago muchas preguntas entonces ¿De quién es culpa? ¿De Doña Irene? ¿De su
marido que no hace otra cosa que llorar cuando recuerda los dolorosos castigos
de los patrones en la época del caucho? o ¿De las petroleras y del Estado
peruano? Los diarios de circulación nacional y regional estos días dicen que
las petroleras son buenas, que no contaminan; entonces digo: debe ser verdad,
porque también lo dicen los ministros, los medios de comunicación, el fiscal,
el alcalde, el presidente regional, que ahora debería tirarse al rio como lo
hizo cuando el Amazonas, por desgracia para nosotros los indígenas, se
convirtió en una de las siete maravillas del mundo. La gente del Marañón
pensamos distinto.
28 de diciembre del 2011. Nos sorprende
un derrame de crudo en Saramurillo. Unos días después, Pluspetrol se lava las
manos, y los salvajes y mentirosos somos, nuevamente para la opinión nacional,
los indígenas kukamas. Nuestra gente se muere, los peces se mueren, el hijo de
Doña Irene, que vive dentro del Río, se muere nuevamente. Doña Irene agoniza
con cáncer. Tanto dolor que no es tenido en cuenta. Seguridad, Policías, Estado
Peruano, sí, pero para cuidar los intereses de las petroleras y para desvirtuar
o tapar la información que podría mostrar la realidad que se vive en el
Marañón. Entonces, la inocencia y bondad de las petroleras en boca del Estado
peruano y de muchos medios de comunicación, podemos traducirla en una relación
de enamoramiento feliz donde la novia es el Estado
Peruano y el novio, que la engríe a costa del sufrimiento de otros, son las petroleras, como en la época del
aprismo, hoy con el humalismo. De niño, en la primaria, un maestro de Educación
Cívica me reprobó el examen por afirmar que los indígenas no representamos el
Estado peruano para los gobernantes peruanos. 28 años después, estoy convencido
de eso. La inclusión social es una esquizofrenia del “capitán Carlos” en este
tiempo.
La tercera semana del mes de enero 2012 nos sorprende con otro derrame. Doña
Irene nos cuenta sobre su sueño mientras sigue agonizando de dolor; su hijo le
ha dicho que siente que se está quemando su cuerpo y que se está muriendo. Para
mucha gente es difícil de comprender que una persona pueda vivir dentro del río
después de ahogado, también les es difícil comprender que exista una relación íntima
de vida entre nuestras familias y el río. ¿Y su tan presumida inteligencia?
Estas cosas tan sencillas para nosotros los indígenas no pueden ni quieren ser
comprendidas en otros espacios. Bueno, no nos culpen de eso.
Los derrames de petróleo en territorio
indígena se han convertido también en una noticia cualquiera dentro y fuera de
la región, se olvidan rápido de lo que aquí pasa. Doña Irene y otras víctimas
de las lanchas de las petroleras jamás lo han olvidado, no han olvidado a sus
hijos, pero, tampoco a las petroleras. Nadie ha dado con los procesos de dolor
que van más allá del día del derrame o las muertes en el río. El crecimiento
económico es más importante, la vida de los indígenas Kukamas, Urarinas y
Ashuar parece no serlo.
24 de enero, 6:45 p.m. Un minuto de
silencio, por muchos años de dolor. Doña Irene ha fallecido. Con ella se queda
la esperanza de que un día llegue la justicia para la gente que sufre.
Por: Leonardo Tello Imaina
ayaymama_@hotmail.com
Radio UCAMARA
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