Prof. Gabel Daniel Sotil García, FCEH - UNAP
La creciente, producto del aumento de la frecuencia de las lluvias
tanto en los Andes como en nuestra propia región.
La vaciante, producto del
estiaje en los Andes y la menor frecuencia de lluvias en el ámbito del bosque
húmedo tropical de nuestro país.
VACIANTE en el río Marañón, que presenta la otra cara de nuestra región en sucesión alternativa con la CRECIENTE. |
Así ha sido desde miles de años atrás y lo será, si los humanos no interferimos sus designios, indefinidamente. Ambas fases se dan en tiempos o épocas previsibles del año, dando origen a una secuencia de eventos que tienen lugar en dicho lapso. Eventos que se expresan en toda la dinámica ecológica, biológica, social, cultural, económica en nuestra Amazonía.
Nada
hay en nuestra región que no acuse su impacto, con beneficios y perjuicios; con
ventajas y desventajas en cada fase del ciclo.
Los
Pueblos Indígenas, culturalmente hablando “hijos del bosque”, conocen muy bien
estos condicionamientos, tanto que para ellos nunca fue ni es problema esta
alternancia, que aprovechan para hacer su vida de la mejor manera respetando
las leyes que gobiernan este mundo diferente. Estableciendo una relación
armónica con su entorno, pues, en lo fundamental de su concepción, dichos
Pueblos se perciben como parte consustancial de la naturaleza que los rodea.
Caseríos y chacras sufren el embate de la creciente. |
Es
a partir de esta percepción exógena que los fenómenos naturales del bosque se
transforman en “problemas sociales” por
el desconocimiento de las leyes que gobiernan este mundo natural.
El agotamiento de especies por sobreexplotación, la tala irracional de árboles por ansias de enriquecimiento, la contaminación de las aguas por carencia de una visualización de su importancia, y cuanto daño y agresión somos capaces de inferirle al bosque, en sus diversos aspectos, tienen un denominador común: la falta de una educación pertinente, en cuyo marco formativo, adquiramos cono-cimientos, habilidades intelectuales, actitudes y valores que formen a las nuevas generaciones con un sólido compromiso con la preservación de nuestra heredad regional.
El agotamiento de especies por sobreexplotación, la tala irracional de árboles por ansias de enriquecimiento, la contaminación de las aguas por carencia de una visualización de su importancia, y cuanto daño y agresión somos capaces de inferirle al bosque, en sus diversos aspectos, tienen un denominador común: la falta de una educación pertinente, en cuyo marco formativo, adquiramos cono-cimientos, habilidades intelectuales, actitudes y valores que formen a las nuevas generaciones con un sólido compromiso con la preservación de nuestra heredad regional.
Aguas en niveles de crecimiento nunca antes vistos. |
Bien sabemos que en el nivel mundial existe todo un corpus jurídico dirigido a la protección de áreas como la Amazonía. En el nivel nacional, también existe una normatividad, a la que hacen referencia profesionales con un profundo conocimiento de ella, pero que no se aplica, dando como resultado muy diversas y graves consecuencias en nuestra región.
Es
el caso que motiva este escrito: los problemas sociales generados por una de las más grandes crecientes de que
se tenga memoria en los años recientes y que se encuentra en pleno proceso de
ocurrencia en los actuales momentos.
Evidencias de la visión mercantilista que aún sigue destruyendo a nuestra región |
Esta
idoneidad, por cierto sólo puede lograrse a partir de la apropiación de un
acervo de conocimientos amplios y profundos sobre nuestra realidad ecológica,
biológica y sociocultural, dirigido a la asunción de un férreo compromiso con
la conservación de la riqueza que posee este prodigio de región que es la
Amazonía.
Un
simple y somero análisis de las causas de la tragedia actual, sobre todo en
nuestra ciudad, nos permite llegar a la conclusión de que el comportamiento
social de los afectados no es concordante con la dinámica de las aguas en
nuestra región, sencilla y llanamente. De muchas formas (y por múltiples
factores, por cierto, no solo el educativo) no se ha tenido en cuenta, no se ha
respetado sus leyes naturales.
Alumnos de la UNAP en acción de apoyo a damnificados por la creciente. |
Es, entonces, obligación moral de nuestra institución universitaria el comprometerse con la formación de los profesionales capaces de orientar y promover una relación respetuosa de las poblaciones con su entorno físico-geográfico. Con una opción ideológica de plena defensa de nuestra región.
El cumplimiento de este compromiso tiene que comenzar incorporando, con la mayor amplitud y profundidad necesarias, en el currículo de cada Facultad, este componente, cuya ausencia, conjugada con otros factores, viene teniendo graves consecuencias sociales.
Más
aún, ahora en que las amenazas contra las riquezas materiales y espirituales de
nuestra región provienen desde muy diversos sectores e intereses, en la más
burda actitud mercantilista.
2 comentarios:
realmente no se ha cuidado la naturaleza como se debia y si tiene mucha razon.ahora escuestion de buscar soluciones y de cambiar el estilo de pensamientos de las personas, como estudiantes debemos poner en practica aquello que se a perdido en el tiempo y ,debemos aprender a valorar lo que es nuestro cuidandolo y respetando y no solo queriendo sacar probecho de ello y luego no afrontar las consecuencias y afectando a otros.
realmente no se ha cuidado la naturaleza como se debia y si tiene mucha razon.ahora escuestion de buscar soluciones y de cambiar el estilo de pensamientos de las personas, como estudiantes debemos poner en practica aquello que se a perdido en el tiempo y ,debemos aprender a valorar lo que es nuestro cuidandolo y respetando y no solo queriendo sacar probecho de ello y luego no afrontar las consecuencias y afectando a otros.
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