Prof. Gabel Daniel Sotil García
En la construcción de locales escolares rurales debe tenerse en cuenta las necesidades de aprendizajes que sirvan para la actuación comunal de los educandos. |
Uno de los aspectos a través del cual se evidencia la concepción de la educación predominante en quienes toman decisiones al respecto y que, a su vez, condiciona el desarrollo de la misma dentro de la sociedad, es el relacionado con los locales escolares.
En
la forma en que son construidos física y funcionalmente se expresan tanto el
tipo de acción formativa capaz de desarrollarse en ellos como la percepción del
rol de los estudiantes que allí se forman.
Por
ello es que queremos contribuir con reflexiones como las presentes, a raíz de
las noticias que acaban de publicarse respecto a la intención del Ministerio de
Educación de rehabilitar, en el marco de su proyecto “Escuelas marca Perú” (¿?),
una determinada cantidad de locales escolares en áreas rurales.
A
este respecto, desde hace muchos años (*), venimos expresando la necesidad de
que este asunto de construir locales escolares sea asumido de una forma más comprometida,
creativa, pertinente y responsable por quienes toman las decisiones conducentes
a dotar a las instituciones educativas de ámbitos físicos en los cuales desarrollan
su acción formativa.
Quienes
trabajamos en el campo educacional somos conscientes de que el aspecto físico
de un centro educativo condiciona, hasta cierto punto, el tipo de educación que
en él puede desarrollarse. Sus componentes externos ya nos indican los alcances
y características de la formación que recibirán sus educandos.
En nuestro medio rural los locales escolares son copias del diseño de los locales urbanos y propician sólo apren- dizajes cognoscitivos. |
Si
en un local escolar se privilegia la construcción de aulas de clase,
tradicionalmente concebidas, con toda seguridad que allí se privilegia,
también, la estimulación de la memorización y el teoricismo. Por lo tanto, la
tan ansiada formación integral, a la que aspiramos como ideal social, será
imposible, pues los aprendizajes que capaciten al educando para la actuación
social trascendente serán imposibles de promover en dichos ambientes.
Es
posible que logremos “hermosos” locales, que llenarán de orgullo y admiración a
madres, padres, profesores, alumnos y
vivientes en general de una comunidad, por su acabado y aspectos estéticos,
pero, no dejarán de ser sino los escenarios en los cuales estaremos atentando
contra nuestro futuro por el tipo de personalidades que allí estamos formando.
Y
es que, más allá de ser una unidad físico-arquitectónica, los locales escolares
son un escenario de formación de la personalidad de niños y jóvenes que
concurren a ellos. Es allí en donde, bajo la orientación del educador, se van
construyendo cotidianamente cada uno de ellos en función a una escala de
valores socialmente aceptada.
En
consecuencia, para construir (remodelar, rehabilitar, renovar, etc.) un local
escolar tenemos que preguntarnos si allí los alumnos serán capaces de adquirir
los conocimientos que requieren para conocer, amar y comprender su mundo, las
aptitudes y actitudes útiles para su vida comunal: respecto al trabajo, a la
conservación de su entorno ecológico, a la actuación en su grupo social, a su
cultura, a sus relaciones con otras culturas, etc.
Sea
para construir o remodelar los locales escolares, los criterios que utilicemos
ya no deben ser los que tradicionalmente
nos llevaron a los salones o aulas de clase. Ni menos la extrapolación de
modelos arquitectónicos de origen urbano, hechos de “material noble”, generalmente
para satisfacción de intereses ingenieriles, sin mayores compromisos con nuestro
desarrollo.
Un local para el medio rural debe tener también ambientes para el aprendizaje de habilidades laborales. |
Hoy,
inspirados en nuevas concepciones pedagógicas, con nuevos criterios didácticos,
no debemos darnos el lujo de seguir construyendo locales bonitos, auténticas
“escuelas esmeraldas”(*), que no son sino insultos a la pobreza comunal, generadores
de frustraciones sociales y fortalecedores de nuestro subdesarrollo, sino en ambientes
en donde sea posible la conformación de personalidades idóneas para servir a
los intereses de las diversas comunidades que integran nuestra región
amazónica.
Y
ello implica que desbordemos nuestros conceptos tradicionales respecto a los locales
escolares: no deben ser solamente aulas de clase.
Hoy,
un local escolar, no sólo para el medio rural, debe ser pensado como un instrumento
para nuestro desarrollo, y para ello, debe ser el escenario privilegiado para
construir nuevas personalidades a partir de su tránsito formativo por variados
ambientes tales como biohuertos,
talleres, galpones, zoocriaderos, minizoológicos demostrativos,
piscigranjas, aulas multifuncionales,
“malocas pedagógicas”, etc.
Si bien es recomendable el uso de material propio del lugar, el centro educativo debe contar con diversos ambientes de aprendizaje, de acuerdo con las necesidades de la comunidad. |
Si
sólo propiciamos la consolidación de la formación tradicional, en verdad que
estaremos tirando al agua nuestros precarios recursos financieros y el
subdesarrollo, con todas sus secuelas, seguirá enseñoreándose de nuestra
región.
(*)
Ver mayor información al respecto en este mismo blog.
Esta artículo ha sido publicado en el semanario KANATARI, 05-08-12
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