Prof. Gabel Daniel Sotil García
EL ESPLENDOR DE LA VACIANTE
En este mes se amplían las playas en los cantos de los ríos y cochas. Algunas de ellas son utilizadas para disfrutar de un refrescante baño. |
Es agosto en el
apogeo de su ardor, pues el sol nos llega a borbotones quemando nuestra
piel.
Playas extensas, unas
de blancas arenas, otras de arenas finas o barrosas.
Cielo azul profundo.
Mediodías
caniculares, de ambiente sofocante, de asfixia, de bochorno.
Tardes de esplendor
tropical.
Salen los primeros frutos de las playas ribereñas. Melones, sandías, choclos
y chiclayos hacen su ingreso a las ciudades.
Los mercados lucen diferentes.
La vida se renueva plena de optimismo.
Foto WWF/DK-AIF
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Típico atardecer de la época veraniega en la selva. |
Los animales silvestres extienden sus dominios y recorren todo el bosque sin mayor dificultad, acudiendo alegres y confiados a las colpas lejanas y recónditas en donde, a veces, los espera el astuto mitayero al acecho en su chapana.
Mientras las aves disfrutan del cielo inmenso, el pelejo, encaramado
en el cetical, le cuenta al viento los apuros de su existencia.
Por allí, también, las perdices elevan su suave canto en la verde
intimidad de la purma, mientras
buscan acuciosas entre el follaje ya caído
los huayos para alimentarse.
Las taricayas y cupisos
ya han desovado en los grandes arenales.
TANRILLA, hermosa ave de la selva amazónica. Foto. Biól. José Álvarez A. |
Sin embargo, algún buscador impertinente y clandestino, espera vigilante
el momento oportuno para extraer los nidales en proceso de ovación, ignorante
del valor ecológico de su reproducción.
Hacia fines de este mes, un viento frío, procedente de la zona austral,
al que el poblador bosquesino ha llamado “Vientos de Santa Rosa”, vuelve a
visitarnos, cumpliendo un trayecto establecido en un tiempo que nuestra memoria
nunca registró.
Él se lleva a nuestro agosto envuelto en álgidos y densos nubarrones,
hacia los pliegues ignotos del tiempo indetenible.
PUCACUNGA, ave en peligro de extinción en nuestra amazonía. Foto: Biól. José Álvarez A. |
Desde allí, estará al acecho y angustiado para retornar a estos lares,
que evoca en sus horas de nostalgia.
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