El extractivismo mercantilista tiene que ser combatido induciendo en los estudiantes una férrea actitud productora. |
Desde hace ya un buen tiempo venimos escuchando a diversas personalidades que, para expresar su preocupación por nuestros diversos problemas sociales, hablan de la necesidad de poner en práctica una EDUCACIÓN EN VALORES.
Esto nos daría a entender que la educación que
actualmente se viene desarrollando en nuestros centros educativos, es una
EDUCACIÓN SIN VALORES, lo cual es totalmente un contrasentido, pues bien
sabemos que toda educación conlleva una carga valorativa, proveniente del
universo axiológico de quienes la organizan; pues, por definición educar es
formar la personalidad de las nuevas generaciones, lo cual, por cierto, implica
orientarlas hacia determinados valores.
Por esta razón es que se hace necesario hacer
precisiones respecto a este tema, que lo consideramos de suma importancia para
los intereses más trascendentes de nuestra región, pues la actual educación
está impregnada de valores, como no puede ser de otra manera, sólo que éstos ya
no son los que requerimos para tales propósitos.
Ambientes pletóricos de estímulos en la relación de los niños con su entorno favorecen un óptimo desarrollo de su personalidad |
No olvidemos que la función de los valores es
orientar, regular desde la interioridad misma de cada persona, una vez
instalados, su actuación dentro de su entorno sociocultural. Es por los valores que poseemos que aceptamos
o rechazamos un objeto o acción; es por nuestros valores que hacemos o dejamos
de hacer algo en nuestra vida. En fin, es por nuestros valores que percibimos
una acción u objeto o persona como buena o como mala. Es por ellos que podemos
juzgar los hechos o las cosas que nos rodean. Es por los valores que podemos
ponernos al servicio de ciertas causas que consideramos valiosas,
precisamente. Sin valores seríamos como cualquier animal, impulsados por
nuestros instintos o atavíos.
El problema que venimos afrontando actualmente en la
educación que se desarrolla en nuestros centros educativos no es por falta de
valores sino porque los valores que en ella se inducen no nos permiten actuar a
favor de los intereses colectivos, de los intereses de los pueblos que viven en
nuestra región, de la defensa de nuestro ambiente, etc.
Es decir, no vemos malo el contaminar nuestros ríos,
no nos importa (lo que es una forma de estar de acuerdo con) la deforestación,
la caza indiscriminada, la sobreexplotación de algunas especies, la destrucción
de los nidos de los pajaritos, el corte caprichoso de las flores o plantas. No
nos importa el bienestar de los demás. Nos parece algo natural que las personas
indígenas sean discriminadas o que las culturas de los pueblos originarios de
nuestra región sean destruidas, etc. Aceptamos como algo bueno asumir
comportamientos creados por otros pueblos o dar mayor importancia a productos
culturales provenientes de afuera en desmedro de los nuestros.
El aprecio y respeto del estudiante respecto a su medio nacen de una educación con clara visión axiológica. |
Es allí en donde expresamos los valores que tanto la
educación formal como otros agentes han instalado y vienen instalando en
nosotros, tanto explícita como implícitamente. Cuando un profesor o profesora
ambienta su aula con mensajes culturales provenientes de otras culturas, está induciendo
valores en sus alumnos. Que se dé cuenta de ello o que no se dé cuenta, igual
es el efecto. Cuando en una comunidad nativohablante (que habla un idioma
nativo) se educa a sus niños utilizando el idioma castellano y no el propio, se
le está induciendo el valor del desprecio a su idioma y el aprecio por el
idioma ajeno. Se le está “diciendo” que su idioma tiene menor valor que el otro
idioma; es decir, que no tiene mayor importancia respecto a dicho idioma.
Allí están presentes los valores que van a regir la
actuación de esos niños dentro de sus respectivas comunidades, pues ellos los
van haciendo suyos. Serán parte de los contenidos psicológicos
con los que afrontarán las situaciones de su vida.
Y es que la complejidad de situaciones frente a las
que nos pone la vida cotidiana, siempre está exigiéndonos respuestas
valorativas. No bastan los conocimientos, pues muy bien puedo saber que el
color rojo del semáforo significa que debo detener mi vehículo, pero para
detenerme realmente frente a dicha luz necesito aceptar dicha acción de
detenerme como valiosa por los beneficios individuales y sociales que ella
acarrea. Otro ejemplo sencillo: muy bien puedo saber (nivel cognoscitivo) que no debo botar en la calle las pepas de
aguaje, pero las arrojo luego de comer
el aguaje, pues no he asumido como un valor dicha acción (nivel valorativo o
axiológico). O lo que vemos en la actuación de los fumadores: ellos saben que les es dañino para su salud
dicho vicio, sin embargo, actitudinalmente no pueden rechazarlo, por la
dependencia de la que son víctimas.
Por ello es que decimos que no hay educación con
neutralidad axiológica, pues todo sistema educativo induce valores en las personas, sea por
acción, sea por omisión. Cuando nos
educamos, no bastan los conocimientos que vamos aprendiendo; pues tanto o más importantes son los valores y actitudes que
vamos haciendo nuestras.
Nuevos valores y actitudes laborales se hacen necesarios en apoyo a la natural provisión de recursos proporcionada por el bosque. |
Para nuestra
actuación social no bastan los conocimientos. Son indispensables los valores. Podemos hacer o
dejar de hacer algo no sólo en función de que sepamos o no hacerlo, sino en
función al valor que le demos. Si una persona sabe hacer algo, pero lo valora
como negativo, no lo hará. Los delitos sociales no son cometidos sólo por
personas carentes de determinados conocimientos, sino por personas con valores
negativos o desvalores. Las recientes experiencias vividas en nuestro país en
que la coima o soborno, el asesinato, el chantaje, el desfalco, la violación, los
“faenones”, las escuchas clandestinas, etc. no han sido causadas por personas
ignorantes o con deficientes conocimientos,
sino por personas con un universo axiológico torcido, desquiciado, pleno
de desvalores (valores negativos), aunque su universo de conocimientos haya
sido inmenso, superior, de primera calidad.
Entonces, no es que la nuestra sea una educación sin valores, sino que los
valores que actualmente difundimos en el marco de su desarrollo en las diversas instituciones, formales e
informales, ya no sirven para construir una nueva sociedad cualitativamente
diferente; razón por la cual, si queremos una sociedad diferente, debemos
inducir en las nuevas generaciones diferentes valores para que tengan diferente
comportamiento social.
1 comentario:
es muy imporatante q la educacion se difunda muchisimo en nuestra amazonia... mejor aun en estos tiempos de corrupcion, robos,etc.. necesitamos cambiAR y eso es una decision de cada uno pero no lo veamos como obligacion aun ya deberia serlo???
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