Gabel Daniel Sotil García
INTRODUCCIÓN
Jóvenes Witotas cuya cultura, al igual que sus miembros, fuera depredada en nombre de valores mercantilistas, que nunca entendieron. |
A
través de los años, desde la penetración española del siglo XVI, pasando por la República, siglos
XIX y XX, la resistencia de la mayoría de las naciones indígenas de la Amazonía
Peruana ha sido evidente, ejerciéndose con levantamientos y sublevaciones que
se han registrado hasta mediados del presente siglo.
Hoy comprendemos que la llamada
independencia no fue real para esta región; que más bien dio inicio a un proceso de colonización muy sutil, que no
necesitó de la ocupación militar como en la época de colonización franca, sino
a través de la economía, la organización político-administrativa y la cultura
de la dominación, que afectó a los estratos bajos de la costa, a los campesinos
de la sierra y a las naciones indígenas de
la Amazonía.
La sutil dominación fue una cadena
invisible que partía del centro hegemónico de poder internacional, con
eslabones al interior del país, que terminaban en los últimos rincones de las
serranías andinas y en las profundidades selváticas de la Amazonía.
Símbolo de una época. Barco a calderas en el que se transportaba a Europa la riqueza natural extraida por los indígenas bajo inhumanos sistemas de explotación. |
Cuando la región fue incluida como
partícipe de la economía internacional, lo fue sólo en calidad de proveedora de
materia prima; primero, de la zarzaparrilla a mediados del siglo pasado y, después, de
la extracción del caucho en las dos últimas décadas del siglo XIX y primera del
siglo XX. Es en esta época que la explotación de parte de los caucheros sobre
los indígenas tomó aspectos de etnocidio y genocidio, que en muchos momentos
fue rechazada por las comunidades nativas como respuesta violenta a una
violencia mayor.
La sociedad republicana, heredera de la
sociedad española de una falsa y mal entendida valoración de las culturas
selváticas, actuó con violencia atribuyéndose el falso derecho de adueñarse de
los territorios que por siglos y milenios habían pertenecido a las naciones
indígenas amazónicas. Igualmente, la
población mestiza con sangre de blancos y de nativos, actuó en la misma forma,
por lo que, en muchas oportunidades, los grupos indígenas tuvieron que
desplazarse a los lugares más inhóspitos de la selva perdiendo todo contacto
con la llamada civilización, que aquellos le imponían.
Establecido por los dominadores, el
sistema jurídico del Perú siempre adoptó una posición muy débil para resguardar
los derechos de los pueblos indígenas, siendo la única ley que planteó en forma
positiva los derechos de los milenarios dueños
de las selvas, el Decreto Ley No. 20653,
del gobierno de Juan Velasco Alvarado que, después fuera mediatizado por el
gobierno de Morales Bermúdez, mediante el D. L. 22175, restándoles prerrogativas y derechos a las
comunidades nativas. Pero de todas maneras, quedó el enunciado importante de
que “El Estado reconoce la existencia legal y personería jurídica de las Comunidades
Nativas”, que establece el artículo 7
del título II que trata de las Comunidades Nativas.
Imágenes de un Iquitos devorado por el tiempo. Plaza de Armas antigua, algunos de cuyos componentes siguen subsistiendo. |
El Decreto Ley de la Primera Fase del
gobierno revolucionario de la Fuerza Armada llamó la atención de la opinión mundial,
pues fue considerado como un gran paso hacia adelante para un auténtico
desarrollo de las naciones indígenas de la Amazonía peruana, por su esencia
antropológica que valorizó la cultura ancestral de estos pueblos. Ellos
comenzaron, a partir de la década del setenta, a organizarse en forma muy
efectiva, lo cual les está dando buenos
resultados para que, en un futuro cercano, los indígenas sean auténticos
agentes del desarrollo integral y sostenido de la Amazonía peruana; recuperando
así su rol milenario.
Veamos cómo expresaron los indígenas su
rechazo a la imposición en esta época.
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