Gabel
Daniel Sotil García
LA ESCUELA Y NUESTRO DESARROLLO ECONÓMICO
Las potencialidades de nuestro suelo deben ser aprovechadas racionalmente con fines de promoción de nuestro desarrollo. |
¿En qué medida la escuela
actual tiene un rol activo en
la formación del potencial
que
requiere el actual y
futuro desarrollo económico
regional?
¿Es la Escuela el
escenario en el cual el educando adquiere los conocimientos, las actitudes y
destrezas que lo capaciten síquica y orgánicamente para su desempeño económico
- productivo?
Por cierto que, si hay
algo más ajeno a la intencionalidad formativa de la escuela actual, eso es la educación
en el trabajo de la infancia, niñez y juventud de nuestra región. Está
tan desvinculada de la dinámica productiva comunal que las
actividades de siembra y cosecha, realizadas por la comunidad en ciclos previsibles
y en períodos conocidos, le significan una interferencia a su
"función formadora".
Conocimientos y actitudes que capaciten a los alumnos para el ejercicio de nuevos comportamientos dirigidos a la promoción de nuestro desarrollo. |
Los factores
determinantes para el asentamiento de un grupo humano han sido y son el suelo y
el bosque. Todas nuestras comunidades han tenido como referente
para su ubicación el potencial silvo-agro-pecuario de su
espacio físico. Por lo tanto, las posibilidades de nuestro desarrollo
económico están íntimamente vinculadas a estos factores, por
lo que no nos queda sino pensar en modelos de desarrollo regional que partan
del uso y manejo del bosque, el suelo y la riqueza pecuaria, de los que disponemos
en abundancia (pero que no son inagotables al margen de una política de uso y
conservación racionales).
Sin embargo, la educación
que venimos brindando en nuestras escuelas, ignora esta realidad, formando
niños y jóvenes sin ninguna vinculación (o con una vinculación tergiversada)
con estos factores. No se los forma en el conocimiento de su realidad
inmediata, por lo tanto ignoran, vía la escuela, la riqueza de su suelo, su
bosque, su fauna. Tampoco reciben capacitación operativa para el manejo y uso
de dicha riqueza. Actitudinalmente terminan siendo negativos respecto a las
actividades que se relacionan con dichos elementos. Por cierto que, finalmente,
en lo que a destrezas laborales se refiere, en todo su período escolar no
tienen oportunidades sistemáticamente planificadas de usar herramientas
laborales con fines explícitamente formativos.
Incorporar a la escuela a las actividades productivas de su comunidad hará que esta logre ser instrumento de desarrollo. |
Tenemos así una escuela
pasiva, que sólo sufre las consecuencias de la actividad económica comunal,
pero no desempeña un rol activo en la formación de educandos cognoscitiva,
actitudinal y operativamente capacitados para incorporarse a la
dinámica económica de su comunidad como entes generadores de
riqueza material, que sirvan de base para crear mejores condiciones de vida
comunal.
Las posibilidades de los huertos
productivos en sus niveles escolar, familiar, comunal e intercomunal,
pese a que de ellos se hable desde muchos años atrás, aún no son aprovechadas,
tanto con fines pedagógico - formativos como con fines de producción. Para
crearse una escuela lo único que se exige en las zonas urbanas, semi urbanas y
rurales, es un área para su local. Nadie piensa en el área
para el huerto. Tampoco se ha pensado en el uso productivo de los grandes
espacios (huertas) que tienen las casas tanto urbanas como semi urbanas y los
espacios que hay entre casa y casa de las unidades familiares en los caseríos
rurales.
Es decir, todo un
potencial aprovechable para la producción de alimentos para el autoconsumo
familiar y el intercambio vecinal y comercial, no es utilizado. el uso
intensivo y extensivo de ese suelo no es incentivado. La escuela, que
bien podría, en coordinación con otros sectores, realizar ese rol promotor y
orientador, carece de las características operativas que le posibiliten
asumirlo. Es a través de ella que la actitud consumista va
reemplazando a la actitud productora de nuestra población,
proceso que es acelerado por la acción de los medios de comunicación masiva,
en los cuales la palabra comprar es la que más se repite
diariamente. Con ello vamos logrando que la población más se preocupe por
conseguir dinero para comprar que para producir. Lo cual tiene
tremendas consecuencias para nuestra dinámica económica, social y cultural.
¿Podremos diseñar una
escuela que revierta este proceso?
Creemos que es urgente
porque, de lo contrario, seguiremos recibiendo niños famélicos, anémicos,
desnutridos, "cansados", parasitados, con rendimientos escolares
deficientes y otras carencias más.
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