Reflexiones en torno a nuestra educación
Prof. Gabel Daniel Sotil García
Es una obligación moral la de dar contenido real al concepto de formación integral en el marco de nuestras circunstancias. |
Un tema crucial para el magisterio, en lo que se refiere al desempeño de su función, es el entendimiento y materialización de lo que denominamos “formación integral”.
Tengo la
impresión de que no le hemos dado la debida importancia a este concepto en el proceso formativo inicial (estudios de
pregrado) de los profesores y, por lo tanto, no hemos hecho un esclarecimiento y abordaje apropiados para
entenderlo en la amplitud de su real dimensión, que posibilite la concreción de
una labor formativa de nuestros educandos con la debida coherencia conceptual,
lo cual implica la formación de nuestros educando con una personalidad
pletórica de posibilidades de ser en la dinámica sociocultural.
Muchas de las
deficiencias que venimos observando en la labor del magisterio regional, nos
remitirían a la posibilidad de no haber asumido una clara concepción de este concepto orientador, más aún cuando
nuestra labor la desempeñamos en el marco de un ambiente pedagógico- didáctico
fuertemente marcado por el predominio de
una concepción que se expresa en la frase “educar es transmitir conocimientos”,
que hemos heredado de lejanos tiempos y prácticas pedagógicas traídas desde la
época colonial.
Es decir, muy
en las profundidades de nuestro ser magisterial, se ha instalado esta
convicción, heredada de la educación tradicional, de que la educación no sino eso: transmitir
conocimientos del profesor al alumno.
Al respecto es
bueno recordar lo que Paulo Freire ya nos decía, en la década de los sesenta
del siglo pasado, cuando nos describía aquello de la “educación bancaria”.
Si bien tenemos una acentuada disimilitud de condiciones entre lo rural y lo urbano, ello no debe impedirnos que en ambos escenarios busquemos la formación integral de nuestros educandos. |
Pretendo, por
lo tanto, contribuir con esta hojita en el bosque, para motivar una especial
preocupación por este tema conceptual-instrumental para la labor magisterial,
de la que estamos responsabilizados por la sociedad.
La actual ley
(Ley 28044), que ordena tanto la organización como la direccionalidad del
sistema educativo en nuestro país, expresa, en su Artículo 2º, Concepto de educación:
“La educación es un
proceso de aprendizaje y enseñanza que se desarrolla a lo largo de toda la vida
y que contribuye a la formación integral
de las personas, al pleno desarrollo de sus potencialidades, a la creación de
cultura, y al desarrollo de la familia…”
Y, en cuanto a los fines de nuestra educación, nos dice:
Artículo
9º.- Fines de la educación peruana
Son fines
de la educación peruana: “Formar personas
capaces de lograr su realización ética,
intelectual, artística, cultural, afectiva, física, espiritual y religiosa,
promoviendo la formación y consolidación de su identidad y autoestima y su
integración adecuada y crítica a la sociedad para el ejercicio de su
ciudadanía en armonía con su entorno, así como el desarrollo de sus capacidades
y habilidades para vincular su vida con el mundo del trabajo y para afrontar
los incesantes cambios en la sociedad y el conocimiento…”
Tal y como son, nuestros locales escolares no deben ser impedimentos para lograr la formación integral de los niños. |
En lo que
se refiere a la Educación Primaria, dice: “…Tiene
como finalidad educar integralmente
a niños. Promueve la comunicación en todas las áreas, el manejo operacional del
conocimiento, el desarrollo personal, espiritual, físico, afectivo, social,
vocacional y artístico, el pensamiento lógico, la creatividad, la adquisición
de las habilidades necesarias para el despliegue de sus potencialidades, así
como la comprensión de los hechos
cercanos a su ambiente natural y social.”
Es decir, en
tales expresiones se sintetiza la orientación que deberíamos imprimir a nuestra
labor formadora respecto a nuestros educandos de la educación básica, labor
para la cual debemos capacitar a los estudiantes del magisterio, con un
currículo que respalde dicho proceso formativo.
Ahora
bien, visto y considerando lo que acabamos de exponer del marco normativo de
nuestra educación nacional, se deriva un tema fundamental: ¿Está el currículo
vigente, impuesto por el Ministerio de Educación, dentro del marco conceptual
expuesto? ¿Tienen los docentes en dicho documento una base referencial que los
oriente a una praxis pedagógica dentro de dicho universo conceptual: la
formación integral de nuestros educandos? ¿Tienen los actuales estudiantes del
magisterio, tanto en el nivel universitario como no universitario, la formación
que garantice una práctica pedagógico-didáctica dirigida a materializar dicha
intencionalidad?
Los padres de familia deben ser puntales de apoyo para que los profesores tratemos de lograr la formación integral de los educandos. |
Claro
que las preguntas no se agotan en las que hemos formulado; pero, más que las
preguntas nos intereses las respuestas que debemos dar los Maestros a dicho
desafío: materializar, en acciones y logros concretos del educando una
formación que comprenda la integralidad de sus potencialidades y capacidades
y lo predispongan a una participación
protagónica en la dinámica sociocultural en condición de creador de respuestas
a las necesidades y demandas de sus respectivas sociedades.
Continuaremos.
Fotos proporcionadas por el Prof. Hitler Gaviria
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