Una mirada desde el bosque: La educación intercultural
en Loreto
21
FEB
2016
2016
Gabel Daniel Sotil García
Egresado de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, Facultad de Educación con especialidad en Filosofía y Ciencias
Sociales. Ex director del Instituto Superior Pedagógico Público “Loreto”. Ex
director regional de Educación de Loreto. Recibió el Diploma de Reconocimiento
de la Labor por los pueblos indígenas (Asociación Interétnica de Desarrollo de la
Selva Peruana). Cuenta con las distinciones: Palmas Magisteriales, Grado de
Maestro; Premio Nacional de Educación “Horacio”, 1991, Derrama Magisterial y
Premio Nacional de Educación “Horacio”, 1992. Cuenta con diversas publicaciones
a nivel nacional e internacional sobre la educación en la selva, la historia de
la Amazonía, educación ambiental, entre otros.
Nuestro Loreto es una región privilegiada:
es pluricultural y, por ende, es multilingüe. Pero, no solo eso: se asienta
sobre un bosque prodigioso, cuya complejidad no admite sino aproximaciones
interpretativas de su esencia. Ello significa riqueza espiritual: riqueza para
ver el mundo, riqueza de formas de ser, riqueza de formas de actuar, de
alegrarnos, de entristecernos, de soñar. Riqueza de tener y ver al bosque, al
río, a la cocha, al vuelo y cantar de las aves a nuestra manera. También
riqueza creada por nosotros mismos.
Gracias a los pueblos milenarios es que
sabemos desplazarnos por los senderos intrincados de nuestro bosque portentoso.
Riqueza de caminar por los vericuetos de un mundo que ningún ser occidental
puede descifrar. Y riqueza de entender lo que otros no pueden entender. Y es
que Loreto es una muestra evidente de cuan diversos podemos ser los hombres y
mujeres, a causa de nuestras culturas, sin perder nuestra esencia humana. Tiene
en nosotros, los amazónicos, una muestra de cuan variadas pueden ser sus
manifestaciones concretas en los espacios de este hermoso planeta. Constituimos
una evidencia contundente de su vocación natural: la diversidad cultural.
Diversidad que se inició hace miles de años.
¿Cuántos? Tal vez algún día lo sepamos.
Pero no importa. Seguimos caminando, aunque sea con problemas para ser
reconocidos por quienes no son amazónicos. Hasta hace cinco siglos aprendíamos de
nosotros mismos a respetar al bosque, a aprovecharlo sin hacerle daño, a beber
las aguas de ríos, cochas y quebradas, a curar nuestras enfermedades, a
alimentarnos bien, a mirar a la Luna, al Sol, al firmamento y hacerle muchas
preguntas y encontrar sus respuestas en las plantas, en los animales, en el
amanecer, en la lluvia, en el trueno, en las tempestades, en fin. Pero vino la
escuela y allí nos enseñaron otro idioma, otra religión, otras costumbres,
otras maneras de ser y actuar. Y, entonces, comenzamos a ser diferentes: un
lenguaje distinto nos separó, un dios diferente comenzó a juzgarnos. Vestimenta
nueva, comida nueva, un mirar nuevo, un caminar distinto.
Aprendimos a amar al león, al elefante, al
mar, a la jirafa. ¿De nuestro bosque?: Nada. De nuestros idiomas: nada. En
nuestras culturas no había nada valioso para nuestras escuelas. Ni nosotros
mismos éramos importantes. Fuimos ignorados de mil maneras, hasta que nos dimos
cuenta de esta marginación, de este maltrato. No teníamos poder. Teníamos que
obedecer lo que nos dijeran. Teníamos que perder lo que se nos arrebataba.
Nuestras protestas no tenían valor. Éramos ignorados. Invisibles, pasábamos por
los tiempos. No los nuestros. Los de quienes querían dominarnos.
Hoy ya no somos así, pues hemos reaccionado
organizándonos. Ya no permitimos que nos maltraten, porque desde nosotros mismos
y con el apoyo de gente que nos comprende, hemos reclamado y estamos siendo
escuchados como pueblo amazónico. Ya en el Ministerio de Educación se habla más
de nosotros. Ahora se nos pregunta, se nos escucha (no tanto como se debería,
pero estamos avanzando).
Ahora se habla de una Política de
Educación Intercultural Bilingüe.
Se reconoce que ella es un derecho de
nosotros los indígenas y, por lo tanto, es un deber ofrecernos aprendizajes en
nuestras lenguas maternas, en donde se transmitan los conocimientos que los
pueblos amazónicos hemos acumulado a través de los años. Por eso somos
culturas.
Somos culturas que hemos cultivado una
relación armoniosa de equilibrio con nuestra naturaleza, de la que somos parte; hemos aprendido a curar nuestras enfermedades, a domesticar animales, a
cultivar con diversas técnicas conociendo los suelos. Nuestros conocimientos
son grandiosos pues usando las plantas curamos nuestras enfermedades, nos
alimentamos, nos defendemos para preservar nuestras vidas. Y mucho más.
Entonces, ¿por qué nos consideran ignorantes? No lo comprendemos.
¿Qué se viene
logrando? Bastante, diríamos. Pero no todo lo que necesitamos.
Ya participamos en reuniones para hablar
de nuestra realidad. Ya existe un público que, asombrado, escucha con
admiración nuestras historias. Entre ellos se dicen cosas que, a veces
no entendemos.
Ya hemos logrado que muchos pueblos cuenten con un alfabeto. Ya podemos escribir nuestras propias palabras como las
queremos. Ya podemos decir lo que queremos como lo queremos. Ya nos estamos
nombrando como nos gusta nombrarnos. Estamos logrando bastante. Antes teníamos
que escribir con letras que no eran nuestras. Las palabras las veíamos raras,
pues no sonaban como queríamos. Ahora sí. Ya no nos llaman ágrafos.
Con el apoyo de pedagogos de conocen
nuestra realidad, estamos trabajando una propuesta pedagógica para educarnos
correctamente, sin dejar de ser indígenas. Antes teníamos que educarnos siempre
siguiendo los estándares de la sociedad occidentalizada y aprendíamos
poco, casi nada.
Pero ahora es diferente. Muchos de
nuestros niños se alegran cuando escriben nuestros idiomas. Pronuncian con
alegría las palabras que usamos en la vida cotidiana. Es cierto que estábamos
olvidando algunos de nuestros idiomas, pero ahora queremos hablarlos como lo
hacían nuestros ancestros, que a veces se presentan en nuestros sueños para
mostrarnos su alegría. Por eso queremos seguir luchando para tener una mejor
educación.
Nuestros maestros ya hablan nuestro idioma
y nos alegra, porque podemos decirles nuestros sentimientos, contarles nuestros
secretos. Antes no era así. El maestro no entendía cuando hablábamos y nos
miraba desde lejos. ¿Qué pensaría de nosotros? Él quería que todos los niños
aprendieran el castellano. Ahora el maestro habla nuestro idioma, sabe de
nuestra cultura, pues se ha formado en un nuevo paradigma bilingüe
intercultural. La pregunta es ¿Es realmente un avance?
Por cierto. Sabemos que somos
discriminados por nuestros nombres, por nuestras comidas, por nuestro color,
por nuestros idiomas. Antes nos decían que nosotros hablamos “dialectos” y que
éramos tribus. Ahora, aunque un sector de la sociedad lo crea, ya no nos lo
dicen tan abiertamente porque ahora somos pueblos con un idioma constituido.
Tenemos una “Declaración Universal de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas”. Se dice que somos una riqueza de la
humanidad. Y eso nos enorgullece. Eso nos da fuerzas para seguir luchando por
nuestros derechos sabiendo que también tenemos deberes con la naturaleza, con
nuestro planeta, con nuestro país, con nuestra región, con nuestro bosque.
¡Cuánto hemos avanzado! Pero nos falta
mucho. Así estamos yendo. Aún nos duele cuando destruyen nuestro bosque porque
de allí sacamos lo que necesitamos para vivir y curar nuestras enfermedades.
Por eso, pues, decimos: “El bosque: nuestro mercado, nuestra farmacia”.
¿Quién si no nosotros podemos entender eso?
¿Quién más vive del bosque? Muchas personas le tienen miedo, lo ven como un
lugar peligroso. Los dueños de las grandes empresas y corporaciones ni siquiera
conocen qué es el bosque. No se tiene conocimiento sobre su verdadero
significado. Jamás caminarán por nuestras trochas, machete en mano cruzando
puentes, vadeando, pateando quirumas, sacando callo-callos. Muchas
empresas no quieren conocer realmente al bosque, sólo desean
aprovechar lo que hay en él. Por eso lo defendemos con tanta pasión.
Mucha gente que no vive acá lo quiere explotar irresponsablemente ¿Por qué?
Porque no lo ama. Nosotros no podemos vivir sin él. “Indio sin bosque no es
indio” decimos aquí en la Amazonía.
¡Ah, por eso queremos una educación que
enseñe a nuestros niños a amar al bosque! A conservarlo, a defenderlo, porque
bajo el frescor de su sombra tenemos lindos sueños. En esos sueños hablamos con
la madre de las plantas, del agua, del bosque. Con quienes, desde lejanos
lugares, en las alturas y en las profundidades, nos hablan, nos aconsejan, nos
orientan. Por esa educación estamos luchando, ahora que ya podemos hacerlo.
Una educación con libros propios, en
nuestros idiomas, con nuestros animales, con todo aquello que amamos desde que
viniéramos, en la noche de los tiempos, desde tierras muy lejanas para
quedarnos acá. Queremos que en nuestras escuelas se enseñen nuestras culturas,
nuestras costumbres, nuestros mitos, leyendas, normas morales, cosmovisión que
hemos construido mirando al mundo desde las entrañas de nuestro bosque. ¿Y
nuestra historia? Sí que tenemos nuestra historia con otros personajes, con
otros hechos heroicos, en nuestros propios mundos que solo nosotros conocemos.
Sabemos que otra historia se ha contado de
nosotros, el pueblo Amazónico. Se nos ha dicho en el pasado que somos salvajes,
que no entendemos nada, que no queremos el progreso. Pero, ¿cómo vamos a querer
ese progreso, si se nos quita el bosque, se nos quitan nuestras costumbres, las
tradiciones y seres que viven en nuestras mentes?
Por eso queremos una educación
intercultural que nos forme para conocernos mejor, para amarnos como hermanos
que somos, para defender lo que sentimos que es nuestro. Para trabajar en forma
conjunta por nuestro desarrollo, pero respetando nuestras maneras de ser. Sí,
por eso estamos luchando. Seguiremos construyendo, juntos, una educación
intercultural bilingüe.
Enlace: http://polemos.pe/2016/02/una-mirada-desde-el-bosque-la-educacion-intercultural-en-loreto/
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