Una clara visión de la complejidad de nuestra región debe caracterizar a quienes elijamos como congresistas |
A pesar de su extensión (63% del territorio nacional), nuestra región aún no entra al imaginario nacional en su real dimensión geográfica, social, cultural, económica, axiológica, bio-ecológica, etc.
Pese a que siempre la representamos con un intenso color verde, no logramos
verla por más que miremos nuestros mapas, en especial los gobernantes y quienes
tienen poder político.
El énfasis histórico puesto en las regiones de costa y sierra, sea por
preponderancia minera, agrícola o política, ha posibilitado una percepción
incolora, deslucida de la Amazonía, respecto a los intereses económicos de las
clases dominantes.
En la época colonial, los intereses virreinales se centraron en el oro y la
plata de la sierra. En la republicana, los grandes terratenientes y hacendados
priorizaron la agricultura en los valles costeños.
Es recién, a partir del tercer tercio del siglo XIX, que la selva es vista
pero no como una región poblada por seres humanos, con diversidad de grandiosas
culturas, sino como emporio de riqueza material.
Caucho, madera, resinas (palo rosa, sangre de grado), oro, petróleo, peces,
café, cacao, sacha inchi, camu camu, etc. todo fue susceptible de exportación
depredando al bosque, ríos, cochas, diversidad biológica.
No solo al bosque, sino también la riqueza espiritual de los Pueblos
Originarios, hoy menospreciada por quienes tienen una visión mercantilista,
despectiva, de nuestras culturas.
Es así como hoy encontramos a nuestra región agredida para satisfacer los
intereses de enriquecimiento de empresas foráneas, que solo quieren aprovechar,
a cualquier costo, hasta la destrucción, los recursos naturales que son parte
de un circuito de vida, que hacen que la selva tenga un valor para el
equilibrio funcional de nuestro planeta.
De los 368,852 km2 de extensión de nuestro Loreto, lo que podríamos llamar
áreas urbanas, es ínfimo, aunque en estas se concentra su mayor presencia
demográfica.
Iquitos, Yurimaguas, Requena, Contamana, Nauta, Caballo Cocha, San Lorenzo
y San Antonio del Estrecho son nombres asociados a medianos centros de
concentración poblacional, los más grandes de nuestra región.
Pero, si observamos bien, frente a ellas, chimbado el río en cuyas riberas
se asientan estos núcleos, empieza un mundo diferente, tanto cualitativa como
cuantitativamente, que se expresa en el entorno ambiental y en la dinámica
sociocultural que se da en ellos.
Fortalecer la dinámica sociocultural en el área rural nos es prioritario para promover nuestro desarrollo endógeno. |
Estamos, entonces, en lo que llamamos área rural, área ribereña, de bosques
continuos, de silencios plácidos, de amaneceres canoros, de brisas forestales,
de atardeceres anonadantes por su belleza, de lunas esplendentes, de
tempestades estremecedoras y de olores naturales procedentes de la fronda
cercana. Es decir, de expresión plena de la naturaleza, en donde se siente el
respirar telúrico del bosque.
Pero, también, sin ruidos motorizados, sin trepidares mecánicos, aunque a
veces sin corriente eléctrica, sin servicios básicos (agua, desagüe, postas),
sin sueños interrumpidos…
Habitada por gente tempranera, laboriosa, obsequiosa dentro de su pobreza,
amable por naturaleza. Personas dialogantes con las plantas, los animales, el
río, la cocha, el cielo, las nubes, las tempestades, los silencios.
Toda una riqueza espiritual que se expresa en el marco de una naturaleza
pródiga, dadivosa, que solo espera un gesto, una señal del ribereño para
entregarle sus bondades.
Gestos que deben expresarse en planes de desarrollo, en proyectos de vida
superior, de satisfacción mejor de sus necesidades, de respeto a su
idiosincrasia cultural, a sus sueños, a sus aspiraciones.
Gestos en los que ellos mismos sean sus protagonistas para preservar su
esencia cultural-espiritual transformando sus potencialidades naturales en
riqueza social.
Sin embargo justo es reconocer que, hasta el presente no hemos
dado mayor importancia en nuestra región a la formación de un consenso regional
en cuanto a nuestro futuro social.
La problemática indígena tiene que ser tomada en cuenta en las prioridades de política regional. |
Hemos dejado que, por generación espontánea, sucedan los eventos
sociales y culturales, fuera de nuestro control o bajo el control exógeno, como
si consideráramos que la historia sucede por inspiración divina o por voluntad
de otros pueblos y no por la nuestra.
Hasta hoy no es evidente la necesidad de poner bajo control
determinado tipo de acontecimientos que expresen las preocupaciones por nuestro
futuro colectivo; que nos lleven a plantearnos una visión racional de la
sociedad o sociedades que queremos construir con nuestro esfuerzo de hoy, dado
y considerando que somos una región de prodigiosa multiculturalidad.
La consecuencia de todo ese esfuerzo omitido es la ausencia de
una clara visión de lo que queremos ser socialmente, lo cual por cierto nos
impide coordinar nuestros esfuerzos, hacer sinergias sociales, para dirigirnos
hacia un futuro deseable y compartido por todos los que vivimos en esta región.
Por todo ello es que nuestros congresistas no han sido
conscientes de esta necesidad, pues, o han trabajado para sus partidos y movimientos o nunca buscaron la
articulación de sus esfuerzos en favor de nuestra Amazonía.
Aislados, enfrentados, una vez en la capital nacional, olvidaron
sus raíces y sus compromisos. Restringieron su accionar a formalidades que
nunca llegaron a los problemas raíces. Solo se preocuparon por mantener un
cierto perfil incoloro, desapercibido, esperando la nueva oportunidad que
llegaría con las siguientes elecciones, en que intentarían renovar sus promesas
a los pueblos loretanos.
Enfatizar programas de capacitación del poblador rural tiene que ser componente fundamental de las propuestas que dinamicen nuestros congresistas. |
Pero, de cambios sociales, políticos, culturales,
económicos trascendentes, NADA.
Y es que el menú partidario que portan nuestros congresistas no representa
nuestros intereses regionales.
Con una labor complaciente con los grandes capitales y poder político o por
sus compromisos partidarios, actúan con una proverbial indiferencia frente a
los problemas de nuestra Amazonía.
No olvidemos, entonces:
Nuestra Amazonía merece ser representada por personas políticas que
encarnen los más grandes ideales ético-morales e intereses superiores de
nuestra región con sensibilidad, compromiso y visión de futuro.
Nota: Publicado en KANATARI, 28 -02- 16
Nota: Publicado en KANATARI, 28 -02- 16
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