La convivencia del ser humano con las condiciones circundantes asegura su supervivencia. |
Prof.
Gabel Daniel Sotil García, FCEH – UNAP
Para nuestra subsistencia todos los
seres vivientes requerimos de un conjunto de condiciones y elementos: el aire,
la luz, el espacio, el calor, el paisaje, las frutas, las flores, los animales,
el agua, y un extenso etc. que no agota la inmensidad de elementos que nos son
indispensables para vivir.
Plantas, animales y especie humana
requerimos de ese conjunto de
condiciones materiales e inmateriales que son las que constituyen
nuestro ambiente.
Pero, en el caso de nuestra especie,
para que nuestra vida sea saludable psíquica y corporalmente, esas condiciones
deben ser de lo mejor. Nuestra salud biológica y nuestro equilibrio psicológico
dependen de la calidad del conjunto de esas condiciones; es decir, de nuestro
ambiente.
Es que hombres y mujeres somos seres
hechos a la medida de nuestro ambiente. Nuestras posibilidades de supervivencia
como especie están determinadas por este ambiente, conformado como producto de
un larguísimo proceso de acondicionamientos en nuestro planeta que, finalmente,
posibilitó nuestra vida, a condición de que respetemos las características
fundamentales del escenario propicio.
En concordancia con los recursos disponibles, los pueblos amazónicos crean sus modos de vida. |
Si estas características son
sustancialmente alteradas, entonces
nuestra vida se ve, también, influida negativamente, sea en nuestro
aspecto orgánico o sea en nuestro aspecto psicológico, generándose las diversas
enfermedades que nos afectan con
diversos grados de gravedad.
Por esta razón es que todos los que
conformamos la sociedad, debemos
sentirnos involucrados en la conservación de nuestro ambiente en las mejores
condiciones posibles. Pero, para lograr este objetivo, debemos ser educados,
debemos ser formados, tanto en el seno del hogar como en la escuela, para
asumir responsabilidades en la conservación de un ambiente sano.
Nuestros niños deben ser formados para
sentirse responsables de su ambiente y, consecuentemente, adoptar
comportamientos saludables en su actuación social. Sólo así garantizaremos que,
cuando ya sean adultos, su actuación social sea respetuosa con su entorno y,
por lo tanto, contribuirá con la salud de todo el grupo humano.
El asumir responsabilidades desde muy
temprano en nuestras vidas es de suma importancia para instalar en cada uno de
nosotros los mecanismos indispensables para sentirnos comprometidos con los
propósitos sociales. Más aún cuando venimos constatando que nuestro bosque, que
es nuestro entorno o ambiente en el nivel regional, viene sufriendo gravísimas
agresiones cuyas consecuencias van a tenernos como víctimas a corto o largo
plazo.
Los recursos circundantes influyen en las caracte- rísticas de los tipos de viviendas |
Es,
pues, de suma urgencia que cambiemos la percepción de que son los demás quienes
tienen la responsabilidad de luchar por tener un ambiente saludable y la
reemplacemos por una visión de co -
responsabilidad. Todos debemos sentirnos involucrados en esta tarea, de manera
que, en grandes o en pequeñas acciones, busquemos no atentar contra el
equilibrio ecológico. Equilibrio que significa salud para todos. Es decir,
salud social.
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