FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN Y HUMANIDADES - UNAP (*)
1961 - 28 -12 - 2011
Prof. Gabel Daniel Sotil García, FCEH - UNAP
Fachada del local administrativo central |
Cincuenta
años acompañando el indetenible discurrir de nuestros ríos, el paso de nuestras
viajeras y promisorias nubes, la
alternancia siempre renovada de las crecientes y vaciantes en el bosque
maravilloso, el surcar estacional de los mijanos, el vivir cotidiano y natural de
nuestros pueblos es un largo trecho recorrido ya por nuestra Facultad. Tiempo
para alegrarnos y festejar, pero, sobre todo, para reflexionar. Para mirar críticamente pero sin
nostalgia lo recorrido, pues ya se hizo, y con mucho optimismo el futuro que tenemos
que seguir construyéndolo, mejorando nuestras disposiciones, nuestros deseos,
nuestros propósitos. Y capacitándonos para hacerlos realidad.
Estudiantes en proceso de formación |
Nació
nuestra Facultad en un tiempo que hoy nos parece lejano y hasta enigmático. Ajeno para muchos de sus actores de hoy. La
década del sesenta fue la expresión de las exigencias populares por contar con
una escuela. Exigencia latinoamericana. Las presiones sociales obligaron a los
gobiernos nacionales, siempre reticentes respecto a lo educativo, a atender las
peticiones. En nuestra región no podía ser diferente. El país pasaba por una
bonanza económica producto del denominado “crecimiento hacia afuera”, el boom
de las exportaciones. Ya las Escuelas Normales se mostraban insuficientes.
“Ernesto Montagne Markholz”, “Sagrado Corazón”, encargadas de formar a los
profesores en esos momentos eran incapaces de atender los requerimientos.
Profesoras del Centro de Aplicación UNAP |
Y
en el horizonte empezaba a delinearse una figura que luego alcanzaría imagen
mundial con su grito de la “educación como práctica de la libertad”. Paulo
Freire nos encendería con su prédica de una educación para la liberación de los
oprimidos y quienes lo leíamos nos haríamos sus seguidores enriqueciendo, a
nuestra manera, sus postulados pero no su concreción a plenitud.
Es
allí cuando nace nuestra Facultad: ese entorno factual de exigencias sociales de servicios educacionales pendientes
y una nueva utopía por hacer de la educación el arma de liberación que quedó, y
aún queda, como una deuda no pagada.
Años
aurorales los de nuestra Facultad que, seguramente sirvieron a sus gestores
para construirse una ambición: formar a los profesionales de la educación para
movilizar el bagaje de potencialidades personales, socioculturales y
ambientales de las que con grandeza estamos dotados. ¿Podríamos decir que lo
estamos logrando?
Luego
vendrían tiempos de conmoción política. Los años de la década de los setentas
nos ofrecerían una nueva perspectiva para mirar nuestra realidad política y
social nacional. Las reformas “estructurales” nos retarían a mirar la
cotidianeidad cultural de nuestros pueblos y en nuestro interior regional a
darnos cuenta de la presencia de otras culturas con sus propios derechos. ¿Cómo
pasamos esa época? ¿Cómo la vivimos?
Y,
simultáneamente, la conmoción más grande: el boom del petróleo, que nos haría
recordar otro segmento de nuestra historia, con iguales o peores consecuencias
socioculturales y ecológicas. Las grandes movilizaciones demográficas para
atender las exigencias extractivas de nuevo cuño y las masivas protestas
cívico-patrióticas por el reclamo de nuestros derechos como escenario de
provisión de recursos para el país. Tiempos de reclamos y protestas. De toma de
conciencia social.
Pero,
también, de nuevas ideas y propuestas pedagógicas: el cognitivismo, el
constructivismo, la visión sociocrítica y el enfoque ecológico de la dinámica
de las instituciones educativas, que llegaron a nuestras aulas pidiendo permiso
para penetrar, no para sentarse sino para asumir protagonismo teórico. Creo que
no se lo dimos, a pesar de enseñarnos que la educación ya no se agotaba en la
dimensión pedagogista individualista.
Los
ochentas y noventas nos trajeron otros mensajes. Inicio de la conciencia de
nuestra diversidad cultural y luego de nuestro entorno ambiental. Abrimos los
ojos sociales y nos encontramos con una
realidad aún no vista hasta ese entonces. Pueblos indígenas que se
hacían presentes y respuestas exigidas. Vino el reto de la interculturalidad y
el compromiso con nuestro entorno ambiental. “Río 92”, Agenda 21, Convenio 169
y, simultáneamente, el megacrecimiento de nuestros núcleos urbanos y el
consecuente abandono de nuestros campos rurales. Un nuevo olvido de nuestra
esencial ruralidad regional.
Formándose para asumir responsabilidades sociales |
Con
ello vendría el desafío del desarrollo sostenible, nueva consigna de la
humanidad para asegurar su supervivencia. Y ahora el cambio climático, la
globalización y el megadesarrollo científico y tecnológico, todo venido desde
afuera, olvidando que hemos dado grandiosas muestras de nuestra creatividad
ancestral.
Pero
también, la toma de nuestra conciencia de región desconocida en el concierto
nacional. Marginación y ausencia en los currículos nacionales, ausencia de
prioridades en las políticas de desarrollo nacional pero sí fuente de recursos
para las arcas nacionales, en el marco de un extractivismo mercantilista
depredante, inhumano y transnacional.
¿Cómo
repercutió todo ello en nuestra dinámica y orientación institucional?
¿Nos
estamos preparando para asumir nuestro protagonismo en la construcción de
nuestra amazoneidad?
Siendo
que ahora la educación es vista como instrumento de acción multidemensional
sobre la realidad, nuestros egresados, ¿tienen la comprensión cabal de sus
responsabilidades: sociales, culturales, psicológicas, económicas, políticas,
todas ellas de raigambre educacional? ¿O seguiremos esperando que vengan las
soluciones desde otras dimensiones? ¿Seguiremos siendo el escenario de
conquistas que hasta hoy somos y desde hace quinientos años? ¿Seguiremos en el
papel de simples cumplidores de decisiones político-sociales emanadas de
funcionarios con compromisos subalternos respecto a nuestra región? ¿Seguirán los
nuevos profesores quejándose
lacrimosamente del centralismo o los estamos capacitando para superarlo con
propuestas pertinentes?
Nuestros referentes para formar a los futuros maestros |
Entonces,
tanto profesores como alumnos y cuanto agente actúa en la intimidad de nuestra
Facultad, tenemos el reto de construirnos como una institución formadora
coherente con nuestro tiempo y espacio. Los retos están a la vista.
Han
pasado cincuenta años pero han de venir muchos. Y esos muchos que vengan deben
construirse con una nueva conciencia de compromiso integral con el desarrollo
humano de nuestra región para defender sus intereses de mayor trascendencia,
respondiendo a los nuevos tiempos. Lo que pasó asumámoslo como lección
aprendida; lo que venga, asumámoslo como una respuesta que debemos construir
con nuestra cotidiana participación analítica, reflexiva, constructiva,
creadora, para seguir entregando la posta a las nuevas generaciones con un
mensaje de optimismo sobre la base de nuestras grandiosas posibilidades.
(*) Artículo publicado en semanario KANATARI, 01-01-2012, www.ceta.org.pe/kanatari
(*) Artículo publicado en semanario KANATARI, 01-01-2012, www.ceta.org.pe/kanatari
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