En la parte final del libro en referencia, formulábamos algunas reflexiones respecto a la situación de la educación en la región amazónica, que las queremos compartir a través de este medio.
Prof. Gabel Daniel Sotil García, FCEH - UNAP
Comprendemos
lo difícil, y hasta doloroso, que es dejar de pensar en una Escuela como la
actual y, más aún, aceptar sus deficiencias. Acostumbrados como estamos a no
dudar de la Cultura oficial y dominante, no creemos que seamos capaces de inventar
algo mejor. Nos parece que todo lo que hagamos por nuestra cuenta, no tiene
ningún valor. Que todo lo que creemos nosotros será siempre inferior.
El
fondo de la cuestión es que no tenemos confianza en nuestra creatividad. Como
no se nos ha enseñado a crear sino a imitar o hacer lo que se nos diga,
hoy desconfiamos de que podamos crear. No creemos que seamos capaces de crear.
Más fácil nos es aceptar lo que nos viene hecho.
Si
hoy no creemos que somos capaces de crear una Escuela diferente es, sencilla y
llanamente, porque hemos sido condicionados socialmente para no pensar en otra
Escuela que no sea ésta, con todas sus deficiencias que, quizá, ni las vemos.
Esta
forma de pensar, que está pasando
peligrosamente a constituir nuestra
forma de ser, tiene, precisamente, entre otros agentes condicionantes, a
la Escuela actual. Es ésta, con su eficacia destructora de todo lo que sea iniciativa,
creatividad, imaginación, la que nos ha enseñado a convencernos de que debemos
imitar o comprar, tanto productos materiales como conceptuales. Es decir,
bienes económicos y cultura en general. Comprar cultura antes que inventar
cultura. Consumir antes que producir parece ser nuestro lema orientador.
Ello
explica que los grandes núcleos poblacionales en plena Selva sean los lugares
en donde la actitud consumista de bienes, valores, actitudes, conocimientos,
conceptos, etc. es la que predomine. La compra
y la imitación son las actitudes predominantes. Comprar e imitar es lo
que vale en estos lugares. Lentamente estamos siendo absorbidos por el
circuito de consumo. Estamos cayendo, o ya hemos caído, en las redes del
mercantilismo cultural. Lentamente estamos siendo convencidos de que debemos
aceptar nuestro rol consumista. El rol
creador se lo dejamos para los de afuera. Nos gusta lo que nos dicen que
debe gustarnos. Creemos lo que nos dicen que debemos creer. Nos divertimos como
nos dicen que debemos divertirnos. Nos vestimos como dicen que debemos
vestirnos. Usamos lo que nos dicen que debemos usar. Pensamos lo que nos
dicen que debemos pensar. En fin, andamos por donde y hacia donde nos dicen que
vayamos.
Estamos
despersonalizándonos de tal manera que ya no somos nosotros mismos. Estamos
perdiendo nuestra personalidad cultural.
Y
es esto, precisamente, lo que hace más necesario que, en un esfuerzo de
creatividad colectiva, demos a luz un nuevo tipo de Escuela en la que
aprendamos socialmente que el mundo debemos mirarlo desde nuestra perspectiva
selvática, a afrontar nuestros problemas desde nuestra interioridad amazónica,
para encontrarles soluciones propias, coherentes.
Requerimos
una Escuela en la cual se desmonte la actitud imitadora que nos está llevando a
nuestra despersonalización cultural y se incentive la creatividad, la actitud
creadora en nuestros niños y jóvenes que los capacite para la búsqueda de soluciones
propias en el marco de nuestra propia ruta cultural, que consolide nuestra
identidad cultural. El ser nosotros mismos.
Una
Escuela que ponga las bases de nuestra
propia modernidad, en la cual se encuentre presente, en lugar protagónico,
el complejo cultural nativo,
caracterizado, precisamente, por la intensa acción creadora, desplegada por
nuestros Pueblos indígenas, ignorados hoy, extraoficiales en la dinámica
regional, cuya creatividad ha hecho posible el encuentro de soluciones
propias y apropiadas a su contexto físico - cultural.
Finalmente,
diremos que tal y como vienen sucediendo las cosas, dos serán las víctimas de
la actual dinámica social: la cultura nativa y el bosque. Es decir, las dos más
grandes riquezas de nuestra Región.
Obsesionados
como estamos en la adopción total e irreflexiva del modelo cultural que viene
evidenciando un carácter depredante de nuestro patrimonio ecológico y cultural,
hemos condenado a muerte a lo que constituye nuestro entorno físico y nuestra
herencia espiritual.
La
Escuela actual no tiene idoneidad funcional y menos teleológica para erigirse
en defensora de dicho patrimonio. Incentivadora del facilismo a través de la
memorización y la imitación, viene generando también una actitud sensualista
entre las nuevas generaciones, actitud que se expresa en el "hacer lo que
nos gusta", aunque ello no sirva o vaya en contra del interés social.
Completándose perfectamente con los medios de comunicación social y el efecto
mostrativo del comportamiento de quienes tienen un rol referencial en nuestra
sociedad (líderes políticos, autoridades, funcionarios, dirigentes, etc.) viene
induciendo la superficialidad, la intrascendencia, el solipsismo y, por lo tanto,
no garantiza la ruptura del círculo formado por una serie de factores concatenados
en secuencia de causalidad circular que tiene que ser roto en alguno de sus
eslabones para que nos posibilite avizorar una superación de nuestra actual
situación.
Nuestra
propuesta es que ese eslabón tiene que ser la Escuela. Transformando o
reemplazando a la Escuela actual por una nueva, podremos irradiar desde ella
nuevas actitudes para la niñez y la juventud regionales, juventud ésta que hoy
termina sus estudios secundarios mirando ilusoriamente a la Universidad o
constatando trágicamente su incapacidad para actuar productivamente en su sociedad
o con impulsos incontrolados para irse de la Región o, simplemente, para
incorporarse al contingente de los solipsistas, es decir, de aquéllos que
viven para sí mismos, que son los que creen que han nacido para vivir su vida y
punto.
Una
nueva Escuela para la Selva deberá superar el etnocentrismo del cual es agente
portador la actual, para que, en consonancia con nuestra pluriculturalidad
regional ella sea agente de interculturalidad.
En donde capacitemos integralmente a las nuevas generaciones para superar nuestra
actual situación desde una perspectiva de integración cultural. Dirigida
explícitamente al desmontaje del hegemonismo cultural con raíces
ideopolíticas.
Esta
nueva Escuela deberá cultivar nuevos valores, brindar vivencias valorativas
superiores, practicar la trascendencia individual, generar un auténtico amor
por nuestra Patria, sentimiento que sólo se construirá a partir de un afecto
por las realidades vivenciales de cada niño y joven y no por el afecto a
abstractos intangibles para la experiencia de los educandos de nuestras Comunidades.
El auténtico amor al País nace con el amor al caserío, al pueblo, a la
comunidad que constituyen el universo existencial primario de nuestros niños. Y
es a partir de este amor por su propia comunidad que cada futuro ciudadano
encontrará los motivos y las razones determinantes para comprometerse en la
lucha por mejorar sus condiciones de vida.
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